26 nov 2013

Que me espera al dormir



Fue un día como ningún otro. Totalmente cansado, con la ropa sucia y cada músculo de mi cuerpo estirado.

El trabajo de mozo no era exactamente llevar y traer los platos con comida, era más que eso, y cualquiera que tiene un trabajo de mozo en el hotel Westin sabe a qué me refiero. Bueno, esa noche me tiré rendido a mi cama para descansar y disfrutar del sueño. Esa noche no me fue fácil dormir, por lo que muchas veces me levanté y fui al baño a mojarme la cara o a tomar un vaso de agua.

Entonces, justo cuando sentía que mis ojos se hundían y mi cerebro se relajaba, los escuché.

Mi cuarto está pegado a la reja de mi casa, y se pueden escuchar claramente los pasos de las personas en la vereda, así como las conversaciones que mantienen. Esa vez escuché pasos lentos, y una voz, que decía: “Todavía sigue despierto, hay que esperar”, y escuché cómo las pisadas se alejaban.

A mi parecer se trataba de dos personas. Esas palabras me desviaron de mi sueño, haciéndome difícil volver a concentrarme en dormir. Al cabo de unos minutos, escuché una vez más pasos en la calle, y una voz, que decía: “Todavía sigue despierto”, y otra voz, la que había escuchado antes, respondiendo: “Volvamos luego”.

¿Qué significaba esto? ¿Estarían hablando de mí? Ellos no podían saber si estaba dormido o no, mi ventana estaba cerrada, las cortinas también, ni siquiera yo podía verlos. ¿Se trataría de una broma? ¿Algún conocido quería asustarme?

Entonces decidí esperarlos despierto.

Escuchaba pasos y asomaba mi cabeza por la cortina para ver si se trataba de ellos, pero no venían. No fue hasta casi una hora que escuché nuevamente pasos, y decidí ver por la cortina. Cuando la abrí pude llegar a ver a dos sujetos vestidos con terno, muy elegantes, ambos con lentes oscuros y auriculares. Cada uno llevaba un walkie-talkie en el cinturón, y uno de ellos, el más viejo, llevaba un extraño maletín negro.

Ellos me miraron, yo les devolví la mirada, y el más viejo le dijo al otro: “Lo intentaremos mañana”.

Desde esa noche me decidí a nunca más dormir, me mantengo despierto por voluntad propia, no les daré el gusto de hacer lo que sea que quieren hacer. Es difícil, y a veces siento que me vencerá el sueño, pero una taza de café me mantiene despierto.

Lo más terrible no es evitar el sueño, sino escuchar todas las noches los pasos de esos sujetos, y la misma voz, diciendo: “Algún día tendrá que dormir”.